Tengo el alma como un grillo,
pero la invade un dolor.
Es una espina en el pecho,
que duele sobre el amor.
En un árbol, con mis manos,
he tallado un corazón.
Era arbolito muy tierno
y de pena se murió.
Senderitos, senderitos,
donde siembro mi querer,
pa cosechar desengaños,
sin dejar de padecer.
No me importa que me olvide,
no ha de matar mi querer.
Qué dulce ha de ser mi pena,
mientras me venga de usted.
Un aromo me dio flores
y un rosal me dio dolor,
pero más duele la espina
que me dio tu desamor.
Senderitos, senderitos…
Vivan todos los amantes
que han querido como yo.
Y un cogollito de espinas
para el que me dio traición.
