Tendrías que verla…
se despierta alada
con una sonrisa
de paloma blanca.
Zapatos gastados,
ojitos de plata,
redondos y suaves
como dos manzanas
La cortina vuela
y el sol en la cara
le despierta duendes
antiguos que abrazan.
Tendrías que verla…
diez años y en llamas;
y un futuro, absurdo,
que la mira y calla.
Carita de cobre,
pichón de torcaza,
¡le han negado todo
y ella muestra el alma!
Su cuerpo de mimbre
la niñez reclama;
sus manos pequeñas,
cuadernos y hamacas.
Tendrías que verla…
pero de mañana,
cuando el miedo duerme
y la sirena calla.
Pájaro sin jaula
tiene todo y nada:
le sobran los sueños,
le deben la infancia.
Niña de mi pueblo,
pollerita blanca,
corazón de barro,
jardín de chatarra.
Conserva tu risa
tan bonita y clara;
te negaron todo,
¡tu risa nos salva!