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Mujeres de Maiz

 
Titulo: Mujeres de Maiz
Compositor: Nelson Fabian Avalos |
Autor: Maria Silvina Ocampo |
Genero:
Subgénero:
ISWC: T-37494781-5

Letra:
Las mujeres de maíz
paren la noche 
como estrellas
en las que uno nace
para mirar
Se ve el túnel
como un amor
a escondidas del mundo
El blanco, el cielo
hizo azul una herida
que venía de magia
a enredarse con el viento
Él a veces trae la lluvia
que vuelve para el mundo
como ellas lo piden
 
Las mujeres de maíz
ofrendan la vida
en las pestañas, en el silencio
Ofrendan el amor del mundo
al viajero
Trashumante que vengo de allí
a mirar o morir
por las manos.
Tal vez se entienda
que uno, a veces
anda con el amor en la mano,
como si llevase una luna
a trepar la montaña
 
Las mujeres de maíz
suelen volar los caminos
que llevan hacia allí
 
Peregrino aferrado a la imagen
vuelvo a mirarme en el azul,
en el mundo de todos los siglos
que me vieron desde el frío
entender la piel
 
Ellas hablan en las noches
y tejen con hebras azules
el dulzor que encontraron
en el camino
 
Vuelven a enamorarse de la tierra
por el mundo, por el deseo
por el agua
Por el antojo de pájaro
que hablaba adentro
en el único rincón que vive
la caricia
 
Las mujeres de maíz
ven el amor detrás de los dientes
donde las hilachas de la poesía
se asemejan a la vida
hecha de cerezas y de tardes
 
Ovillan el sueño y te dejan
la certeza del amor
Al desmadejar el mundo
paren los rojos
que viven en el surco
y siembran el vuelo
que venía en el silencio
Ven los agujeros que tiene el viento
como bocas que lamen
para saciar el vacío
que vuelve en los inviernos
a nombrarlas para el futuro.
 
Las mujeres de maíz
temen de los espejos
la herida irremediable
de haber nacido
para cantarle al barro
 
Vienen cuando la belleza 
muestra por las manos
donde nacer
Se animan a sembrar
las caricias que les dio la lluvia
cuando partió
en busca de la tierra
Susurran como llamas
sus secretos
sentimientos que nacieron
en el grito de ternura
que trajeron sus orillas
para regar el verso
Peregrino que espera
en cada paso
el deseo intacto
de lo que hubo por decir
 
Las mujeres de maíz
se aparecen
por los mismos lugares
de donde partieron
dejando un remolino
en la panza de quien las vio
Tejer y destejer palabras
crear el humus
desgranar el olvido
-animal gris
que las protege
de la pasión-
cuando calladas
llegó el asalto húmedo
de la miel que por la savia
encendió amarillos
hasta anochecer
 
Las mujeres de maíz
cuentan historias marrones
que se prenden en la lengua
y uno las repite
como un canto de harina
que porfía hasta saciar el sueño
Se despojan de las cáscaras
bailando en círculo como los astros
que poseen los pies
de la misma sustancia
con que ellas rocían el sueño
 
Temen de los amores rojos
quedarse dormidas sobre una piel
que les incendie la sombra
en las madrugadas
Lloran como los pájaros
que enmudecen de ver
morir tantas alas
Buscan en los pañuelos
lágrimas que les cuenten la sal
de toda despedida
 
La pasión incierta
con que callan su boca,
abierta para nombrar
el pulso del agua que cae,
en el sitio exacto
para abrigar la sed,
les despierta lunas
en los ojos en plena calle
Cigarras les cantan desde lejos
el hastío de los ciclos
Las hojas escuchan
y se ponen fosforescentes,
ríos de pasión que arrastran
el desprendimiento verde,
con la única ilusión de volver
a ser savia.
 
Las mujeres de maíz
confían en la magia,
bailadora de los días
que sopla las brasas
que llamará hasta desbarrancarse
y sacará del fuego los secretos
Las piedras habladoras de sueños
tendrán su manto de susurros
Las cuerdas rezarán
por las mujeres de maíz
vendrán las palabras
a nombrar el cuenco
que asistirá a mirarte
desde los sonidos del cuerpo.
 
Rezará el beso
puesto en cada sílaba
proponiendo el murmullo
que desate todas las noches,
y traigan por sus manos
la certeza
Pasión que encausará
hacia el futuro el nombre
que busca las manos
para no morir vacío.
 
Sonarán para llamarlas
a encontrar el suelo
Rogarán al medio Dios
por el amor, por las palabras.
 
Ellas existieron en la tierra
a través del tiempo, piel a cuestas
nombraron los pájaros
 
Las mujeres de maíz
han venido a celebrar
la noche astillada
que hurga en el deleite
Han venido empujadas
a poner las manos, el temblor, la lengua que acostumbra
mi sabor a las hojas.
 
Harán en la tormenta
las voces.
Los colores tendrán
desde la raíz la sonrisa.
Desde allí llamarán
a que las pieles contesten.
 
La piel dirá por los ojos,
por la lengua, por la palabra
lo que el fuego sabe.
Harán las llamas
la danza
y las mujeres de maíz
lloverán su agua
tinta que abraza
hasta el encuentro.
 
Crean y creen
alas adentro de las lágrimas.
Saben a qué miel
entregarle lo que nutre,
que vuelve tras los ciclos a desmadejarse
para hacerse inolvidable tras la lluvia.
Encuentran la trama en los labios
que nada saben de ese sabor,
pues han comido gota a gota
ese tiempo descalzo.
Miran con los ojos en las manos
o en la palabra los ojos
llegarán hasta la piel.
Las mujeres de maíz
saben que adentro de los brazos
existe un país de harina
Sus cuerpos han venido
a enmagiar toda la sangre
y volverán a hacerlo
cada vez que la caricia
nombre ese principio.
Las mujeres de maíz
abren las ollas
con las que se nutre la vida.
Van por el torrente rojo,
por la mañana; el horizonte
en el sueño traen
las semillas.
Desde adentro cantarán
para la lluvia.
Saben que de ellas
es la esperanza
Brillan además desde el costado
gritan casi cantando la vida.
Del mundo cantan
la matriz subterránea
para que las manos
vuelvan a ser la piel.
Un pedazo de cielo el peregrino
un pedazo de pan el surco,
entreveran trashumantes
el sueño que ellas viven casi gritando.
Las mujeres de maíz
tuercen la lana
para juntar hilando el abrigo,
han dado de mamar la niñez
hasta ser madres,
hasta saber la luna en los pezones
y tantear esa herida blanca
que busca la noche para mirarse.
Las mujeres de maíz
tienen las ventanas
pariendo para adentro.
Ven en la tierra
a la paridora del pan.
Ven que el mundo
viene de ellas por el agua.
Aunque enfurecida
llega para la sed, para el bosque.
 
Allá en la ventana
vuelve el maíz a ser el sueño
Camina toda la distancia
para que el niño
sepa la vida en la memoria, en el pájaro
que vino para despertar.
La tierra será su refugio
pues las mujeres de maíz
entrarán cantando al amanecer.
Irán tejiendo el frío, la lucha enraizará,
mas manos llegan a gritar la memoria.
La palabra en el surco,
en el oído de la imagen
que se hace a fuerza de hilar,
siembra.
 
María Silvina Ocampo (Panchi)