El monte mece los sueños
de un tiempo de sacrificios,
despereza su letargo
la luna junto al molino,
hay un brillo de luz mala
por el fondo del camino
mientras se cubre la noche
con su poncho renegrido.
Quema el horno carbonero
sus tizones encendidos,
y en humo de vizcacheras
se escapan nubes de olvidos,
el viento peina los pastos
dirigiéndose hacia el rio
y se vuelve sudestada,
encrespándole las aguas
en todo su recorrido.
Andan los duendes nocheros
mariscando al bicherío
y acunada entre totoras
va la luna por el rio,
Un candil prende en la noche
las luces de una ranchada
y valsea una canoa
danzando sobre las aguas.
Es paisaje de mi tierra
litoral santafesino,
mojón que marco el camino
sobre huellas trasnochadas.
Y se quedó por el monte
floreciendo en las guitarras,
para que un día un poeta
encuentre toda su magia.
