El sueño de una nación,
Para dejar de ser sueño,
Precisa al hombre y su honor
Comulgándose entero.
Hay, como cuesta encontrar,
A ese hombre bien sincero,
Que no se olvide al llegar,
Del estudiante y el obrero.
Por ahí andan caminando,
Cobardes torturisidas,
Que deshonraron la patria,
Y bastardearon la vida.
Caín de setenta y seis,
No hay indulto en el infierno,
Ya que a Dios no vas a ver,
Yo le acerco tu respeto.
Ahora tomaron las calles,
Los nuevos caceroleros,
Esos que nunca salieron,
De reclamos junto al pueblo.
A donde más van a ir,
Si cerraron los cuarteles,
Cacerola gusto a hiel,
Quien te ha visto en un piquete.
Pobre de San Pantaleón,
Que cabalga por el Chaco,
Sometido a corrupción,
Sin poder negarse al tranco.
Santo de la procesión,
Santo de su victimario,
Que tampoco vera a Dios,
Por que al cielo no entra el Diablo.