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La confinera

 
Titulo: La confinera
Compositor: Delfor Sombra |
Autor: Edgar Morisoli |
Genero: Folklore |
Subgénero: Huella |
ISWC: T-37132044-3

Letra:
América es muchos rostros. Soledad, grandes ríos,
esas bandadas altas que cambian de laguna,
las ciudades amargas donde se pudre el sueño.
América es tanta sangre, tanta
visión! Quisiera
elegir, al cantarla,
un ala transparente de su cielo; un galope
nocturno en la llanura; este regazo
fragante del maíz, o una guitarra.
Pero elijo otra cosa. De entre mil, de entre miles
de seres y de frutos y de sombras de América,
hoy elijo una niña,
hoy me quiero quedar con una niña
del Sur, esa lejana
niña del Sur que conocí una tarde
en Agua del Corcovo, sobre el umbral quemado del
desierto de piedra.
Para esa niña canto; para esa
niña descalza canto. Para ella,
penachito de luz por los chihuidos,
cencerro de las bardas,
mínimo aroma de las travesías,
niña, jazmín del páramo
que acaso nunca escuchará estos versos,
para ella canto:
Por los pedrales negros
y el cielo claro,
cuajó este panalito
del desamparo
Del desamparo, niña,
pampas de afuera,
calandrita del cerro,
laconfinera.
A la huella, a la huella,
paloma en vuelo,
para la niña aquella
fuera esta huella
consuelo.
Pero esa niña sueña. Sus padres, sus abuelos
duermen ya sin soñar, comidos, devorados
por siglos de silencio,
por ese mismo sueño que murió entre sus manos.
Arde el fogón. El hombre
clava en la arena la cancana; clávala
como un puñal al pecho de la tierra pobrísima,
y ve subir en humo centenarias raíces
mientras el mate ofrece su pausada ternura.
Crece la noche. El viento
lejos allá, en la Costa, jugará entre los médanos
a encontrar y perder surcos, acequias
de otros tiempos. Aquí no cambia nada;
aquí arriba, señor, no cambia nada,
aquí no puede cambiar nada.
El fuego,
encendido mil años sobre esa piedra, al claro
de este guayco perdido,
ilumina la noche sin tiempo. El viento llega:
Panales y confines
tus ojos tienen
cuando callados miran
paisanamente.
Paisano es el capullo
de tu alegría,
largo ademán de ausencia
la tierra mía.
A la huella, paloma,
vuelve y anida,
para la niña aquella
nació esta huella
y va herida.